Cuento muy interesante y profundo))
"Varios Años Después" -por Leandro Castelli-
Era una noche fría de Julio, el silencio era sepulcral en la ciudad de Open Door, Provincia de Buenos Aires, un muchacho llamado Lucio, trataba de dormir pero no lo conseguía, estaba pensando mucho, en su vida, en su futuro, y generalmente en cosas que los adolescentes no profundizan mucho, pero este chico era un joven distinto. Se había recibido de la Escuela Técnica Nº1 de la ciudad de Luján, no había tenido muchos problemas para lograr el título, pero si había tenido problemas para adaptarse, en realidad este muchacho no se llevaba mal con sus compañeros, pero si no se sentía parte del grupo, por más que los chicos lo invitaban a salidas nocturnas y partidos de fútbol, el era más propenso a decir “no, gracias” y se quedaba en su casa leyendo grandes volúmenes de libros de diversos temas, Lucio siempre soñaba en ese día mágico en el que tendría su familia, su mujer su casa etcétera, pero era un muchacho un poco solitario, que no demostraba emociones, que se guardaba sus pensamientos y miedos más profundos dentro suyo, una persona que vivía pensando en sus frustraciones del pasado, no haber sido feliz, no haber encontrado a una chica y no encontrar una persona que compartiera sus mismos pensamientos.
Además de vivir en un pueblo pequeño como es Open Door y haber tenido que viajar en colectivo todos los días a Lujan para estudiar a la escuela Técnica, un drama del cual el ya se había olvidado, pero ahora encaraba uno nuevo que era ¿Que hacer ahora? ¿Había terminado su juventud? ¿Encontraría la felicidad? Eran muchas de las preguntas que él se hacia esa noche fría de Julio en su casa de la calle Francisco Acha. De repente como una idea fugaz nueva, innovadora, se le ocurrió escribir en un papel sus miedos más profundos, sus frustraciones y episodios oscuros que había tenido a lo largo de su vida, para poder analizarlos y tratar de comprender un poco más, como el fantasma de los sucesos del pasado volvía de vez en cuando y le generaba gran inseguridad en su vida.
En la soledad de su pieza, encendió el velador , tomo un block de notas que utilizaba para resúmenes estudiantiles y empezó esa escribir acerca de su vida, sus miedos y a medida que iba escribiendo se daba cuenta que algunas actitudes suyas actuales eran debido a muchas situaciones que tuvo que vivir y que le habían dolido mucho, muchísimo, tanto que al escribirlo le daba gana de soltar su pluma y dejar de escribir, pero por otro lado escribir le hacía bien, sentía que liberaba un poco sus miedos y que quizás de esa manera tendría más en claro que hacer en situaciones próximas que vendrían en la adultez, de repente de manera casi inmediata se le vino a la cabeza el recuerdo de esas tardes que paseaba con su abuelo en el campo y sus típicas actividades de chico en ese lugar, juntar mandarinas, correr a las gallinas e incluso las carreras de bicicleta que jugaba con sus primos y que tenían como castigo para el perdedor comerse gran cantidad de quinotos, esa fruta tan agria y pequeña que nadie quería probar ¿Así será mi vida? ¿Agria y pequeña?
-Como extraño esas tardes con el abuelo y Martina- quien era la vecina del campo de su abuelo, una chica de su edad con ojos verdes y unas pequeñas pecas en sus mejillas. Ella muchas veces venia a jugar con él y con sus primos, chica con la que tuvo su primer y único beso aquella tarde del 97 comiendo unas mandarinas y riéndose de la forma en la que comía uno y otro, allí se dieron su primer beso algo que marcó a los dos para el resto de su vida, presuntamente porque Lucio recuerda ese como el día mas feliz de su vida y además porque nunca más volvió a ver a Martina, ya que ella se mudo a vivir a La Pampa, porque su padre tenía un camión y encontró trabajo en un silo de la localidad de General Acha. El en ese momento mientras escribía se preguntó si Martina recordaría ese beso –¿Como saberlo ?- de decía así mismo y tenía esa penosa pregunta de que hubiera sido si ella no se hubiera ido, casi al mismo tiempo en el que el echaba la culpa a ese momento de su vida y decía que a partir de ese capítulo de su infancia, las cosas habían cambiado y la imaginaba como la mujer ideal, a pesar de que eran niños en este caso la memoria nostálgica ayudaba para pensar que ella hoy sería su flamante novia y una persona distinta al resto, ya que su felicidad sería la de pasear por el campo, leer libros juntos y disfrutar esos atardeceres que solo da el campo, que pena que las mujeres no sean así hoy en día decía Lucio para sus adentros mientras también lo escribía en su block de notas, que ya llevaba varias páginas.
A su vez pensaba en sus compañeras de escuela, las que estaban (como es normal en la edad) más interesadas en que ropa usarían el sábado a la noche que en la felicidad que recibirían de los pequeños aspectos que regala la vida, como disfrutar el atardecer o leer un libro bajo un árbol, cosa en las que Lucio disfrutaba y no encontraba a alguien más que disfrutara de esas cosas. Al decir esto Lucio lagrimeó un poco recordando aquella vez en la que Martina apareció en un sueño suyo, en el que los encontraba a los dos muy felices y sintiendo lo que Lucio nunca más había sentido, el amor en estado puro, ¿Cómo una persona que nunca sintió amor puede sentirlo en un sueño y parecer tan real? Acaso cuando uno no siente amor hay un intento desesperado de ese sentimiento en aparecer en un sueño, en ese momento el decidió dejar de escribir ya que se sintió muy melancólico y nostálgico y se decidió con todas sus fuerzas a partir de ese día buscar ese sentimiento hermoso llamado amor, algo que él pensó como la solución a su principal problema de infelicidad. De ahí en más Lucio dedicó toda su vida a buscar ese amor y ese sentimiento que había tenido en ese sueño, amor que sigue buscando hasta el día de hoy, aunque hoy hallan pasado años desde esa noche de conclusión que tuvo Lucio, y hoy él se dedique a escribir textos con el seudónimo de Leandro Castelli.
Leandro Castelli